¡Hola de nuevo a tod@s!
Sigo adelante en mi camino de lucha y perseverancia. Tengo que decir que el tiempo va haciendo mella, y el temario va pesando cada vez más. Además en verano que estamos, y encima algún que otro negativo acontecimiento personal han hecho que haya estado casi una semana sin PIR. Pero estoy de nuevo a la carga.
Esta semana se aprobaban ciertas modificaciones de los exámenes de especialidades sanitarias, como son:
- Reducción del número de preguntas: eran 250 preguntas más 10 de reserva. Este año serán 225 más 10 de reserva.
- Nota de corte del 30%. Esto no nos afecta al PIR, puesto que por las pocas plazas que hay, los que cogen plaza siempre tienen más del 30% de la nota.
- Reducción de entre un 5 y un 10% de las plazas.
- Reserva del 7% de las plazas a personas discapacitadas. Tengo que decir que este punto no me parece del todo justo, puesto que hablamos de un trabajo que no es físico, y si el primer discapacitado queda en el puesto 3.500 (por poner un ejemplo), tendrá su plaza. Y el no discapacitado que se quede a una plaza, en el puesto 140 o 135, se quedará fuera.
Dejando a un lado las novedades sobre la convocatoria de este año (que saldrá en Septiembre), hoy vamos a hablar sobre la motivación, y especialmente sobre su papel en la toma de decisiones.
Herbert Simon dijo en 1956 que los humanos no poseemos las capacidades para hacer los cálculos que se requieren para la toma de decisiones, por lo que las tomas de decisiones humanas no son racionales, sino que son razonables. No analizamos absolutamente todas y cada una de las opciones posibles matemáticamente, sino que buscamos soluciones que aunque no sean las mejores, son las que más nos satisfacen.
En la toma de decisiones interactuan factores como el afecto, la motivación y la personalidad. Vemos, por ejemplo, como existen estudios que demuestran que las personas que se sienten más contentas y son más optimistas tienden a simplificar las tareas y a tomar decisiones de forma más rápida.
Sin embargo, los optimistas, a la hora de tomar decisiones, tienen más aversión al riesgo que los pesimistas, y son mucho más precavidos. Y yo me pregunto... ¿Será porque están más contentos en sus vidas y sienten que tienen más cosas preciadas que perder que ganar? ¿Será que los pesimistas arriesgan más porque tienen menos que perder?
En la toma de decisiones ocurren varios sesgo ilusorios bastante curiosos. Por ejemplo, tendemos a considerar que los acontecimientos deseables es más probable que ocurran que los acontecimientos menos deseables. Janis decía que esta ilusión, a la que llamó evitación defensiva, era una forma de afrontamiento de la situación no deseable.
Otro sesgo es la creencia ilusioria de que ejercemos un control sobre situaciones que en realidad son completamente azarosas. Este efecto se produce muy frecuentemente en personas con adicción a los juegos de azar, los llamados jugadores patológicos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡Tu opinión me ayudará!